Introducción: Cuando hablar de ansiedad se convierte en otra fuente de ansiedad
Una de las cosas más difíciles que he vivido con la ansiedad no fue el primer ataque de pánico. Fue intentar explicárselo a mi familia. O a mis amigos. O a mi pareja. Miradas raras, consejos bienintencionados que no ayudaban, silencios incómodos. Me sentía aún más solo.
Si tú también te has sentido incomprendido, juzgado o ignorado cuando hablas de lo que sientes, este artículo es para ti. No solo para ayudarte a explicar tu ansiedad sin sentirte mal, sino también para ofrecer herramientas a las personas que te rodean para que sepan cómo acompañarte de verdad.
1. Entender primero lo que tú sientes: ponerle palabras a lo invisible
Antes de que los demás puedan entenderte, tú necesitas tener cierta claridad sobre lo que vives. Y eso no siempre es fácil.
a) ¿Es ansiedad, pánico, agorafobia o ansiedad generalizada?
Dar nombre a tu experiencia ayuda a comunicarla. No hace falta que seas clínico. Basta con que digas: “A veces tengo miedo de salir porque siento que me voy a desmayar” o “Me agobia estar en sitios cerrados con mucha gente”.
b) Usar metáforas puede ayudarte
“Es como si mi cuerpo estuviera en modo alerta sin motivo”, “Es como tener un detector de humo demasiado sensible que salta con cualquier cosa”.
c) Diferencia lo emocional de lo físico
“La ansiedad no solo es mental. También siento palpitaciones, mareos, opresión en el pecho, dificultad para respirar…” Esto hace que entiendan que no es simplemente ‘estar nervioso’.
2. Cómo hablar con tu entorno (sin sentir que te estás justificando)
a) Escoge el momento adecuado
No tiene que ser en plena crisis. Busca un momento tranquilo. Puedes decir algo como: “Hay algo importante que me gustaría contarte sobre cómo me siento últimamente”.
b) Sé directo, pero suave
No necesitas contarlo todo de golpe. Puedes empezar por: “He estado lidiando con ansiedad desde hace un tiempo. A veces me afecta más de lo que parece por fuera”.
c) Usa frases que no culpen, pero que comuniquen
- “No siempre sé cómo explicarlo, pero intento que lo entiendas.”
- “A veces necesito que me escuches más que que me soluciones.”
3. Qué puedes pedir (y qué no necesitas)
a) Qué ayuda sí funciona
- Que te escuchen sin interrumpir.
- Que no minimicen lo que sientes.
- Que te acompañen en situaciones difíciles, sin presionarte.
b) Qué frases es mejor evitar (y por qué)
- “Eso está solo en tu cabeza” → Todo parte del cerebro, pero lo que siento es real.
- “Tienes que ser más fuerte” → Ya estoy luchando más de lo que imaginas.
- “Eso se pasa saliendo más / con actitud” → A veces eso empeora las cosas.
c) Qué puedes decir si alguien no reacciona bien
- “Sé que te cuesta entenderlo. Solo te pido que intentes escucharme.”
- “No busco que lo sientas, solo que sepas que para mí es muy real.”
4. Cuando te sientes incomprendido: qué hacer y cómo protegerte
a) No todas las personas están listas para entenderte
Eso no te hace débil, ni exagerado, ni equivocado. A veces es mejor guardar esa energía para quienes sí pueden escuchar.
b) Busca espacios seguros
Grupos de apoyo, terapeutas, comunidades online. Hablar con otros que han pasado por lo mismo te devuelve la sensación de que no estás solo.
c) Pon límites si lo necesitas
Puedes decir: “Prefiero no hablar de esto contigo si va a hacerme sentir peor”. También estás cuidándote cuando haces eso.
5. Herramientas para familiares y amigos (compártelo con ellos)
- Escuchar sin juzgar ni interrumpir ya es un acto enorme de apoyo.
- No presionar para salir, socializar o hacer cosas “normales” si ves que no está preparado/a.
- Acompañar sin necesidad de entender todo. A veces basta con estar.
- Informarse un poco sobre ansiedad. Demuestra interés y sensibilidad.
6. Conclusión: Explicar tu ansiedad no te hace débil. Te hace valiente.
Hablar de lo que sentimos, sabiendo que podríamos no ser comprendidos, es uno de los actos más valientes que existen. Cada vez que cuentas tu historia, aunque tiemble tu voz, estás rompiendo el estigma. Estás enseñando a otros cómo es vivir con ansiedad. Estás diciendo: «Esto también existe, y yo también merezco ser entendido/a».
Y recuerda: no necesitas que todos te comprendan. Solo necesitas a unos pocos que estén dispuestos a escucharte con el corazón abierto.







